A la Edad Media, época en la que se enmarca la Festa o Misterio de Elche, como no existían lugares específicos para representar obras teatrales, se transformaban espacios comunitarios cotidianos (como el templo cristiano o la plaza ciudadana) en espacios escénicos. Estos espacios fueron, por tanto, espacios simbólicos. De esta manera, por ejemplo, el eje este-oeste de la iglesia, relacionada con la salida (luz) i la puesta (oscuridad) del sol, se transformó en el eje Paraíso-Infierno. El espacio escénico medieval se caracteriza también por la multiplicidad de escenarios (en una primera fase sólo horizontales y, a partir del siglo XV, con una concepción más naturalista del Paraíso, también verticales) y por su simultaneidad, es decir, en todo momento los escenarios están presentes ante el espectador. Relacionado con este último aspecto, la escena medieval eliminaba la dinámica dentro/fuera, con lo que, si todo el Universo cristiano estaba simbolizado dentro de la iglesia, gracias al citado eje este-oeste (> altar-nave-atrio > Paraíso-Mundo-Infierno), la aparición de los personajes se realizaba de forma acumulativa, es decir, ja en escena ningún personaje podía salir.
La basílica de Santa María de Elche, espacio en el que se representa la Festa, es un ejemplo de todo esto, ja que utiliza la multiplicidad de escenarios (horizontales i vertical) y la simbología medieval de concepción del mundo dentro del templo, aunque, con la disposición vertical del Paraíso, se reduce la abstracción simbolista este-oeste i se acerca a una concepción más realista. La escena de la Festa se puede tipificar como una escena integrada, es decir, los diferentes escenarios se acomodan y se distribuyen por el espacio de la iglesia, con lo que no hay una sepración clara entre éstos y los espectadores.
El Misterio de Elche se sirve de dos escenarios hosrizonatles que simbolizan los espacios terrestres y humanos por donde discurren los últimos momentos de la vida de María.
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